El Papa Francisco “dice lo que los políticos callan”
El cardenal argentino Víctor “Tucho” Fernández explicitó los motivos por los cuales el Papa es necesario en este momento. La situación del Bergoglio una vez instalado en Santa Marta, los cuidados que recomienda el equipo médico y las restricciones a su nivel de actividad.
El cardenal argentino Víctor Manuel (Tucho) Fernández, Prefecto del Dicasterio (ministerio) para la Doctrina de la Fe, hizo públicas las razones por las que, a su juicio, el papa Francisco es un hombre “necesario” en la actualidad. El obispo, una de las personas de más extrema confianza de Jorge Bergoglio quien lo llamó al Vaticano para que estuviera cerca suyo, habló con el sitio Religión Digital y sus afirmaciones fueron difundidas por Vatican News después de que el pontífice salió de su internación en el policlínico Gemelli para regresar a “su casa” en la residencia Santa Marta, en Roma.
Según la publicación Fernández esgrimió siete razones “por las que necesitamos a Francisco”. En primer lugar, señaló, “porque es un hombre de Dios, visiblemente enamorado del Evangelio de Jesús”. Pero también, “porque ve más allá, con una intuición poco común, que traspasa todo inmediatismo”. Y a los motivos anteriores sumó que el Papa “tiene una valentía a prueba de balas que le permite decir lo que los políticos callan”.
El cardenal argentino, unido también por una relación de amistad con Bergoglio, considera que el Papa “es un poeta” que “con gestos y pocas palabras resume lo que otros no pueden expresar con largas elucubraciones” y que, además, “es coherente, austero, entregado, capaz de darse por entero”.
En Argentina Fernández fue directo colaborador de Bergoglio, fundamentalmente en su condición de teólogo y dada su sólida formación como intelectual que lo llevó a ser nombrado rector de la Universidad Católica. En el 2007, durante la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano (Aparecida, Brasil), en la que Jorge Bergoglio tuvo una actuación muy destacada, Víctor Fernández actuó como asesor teológico del entonces arzobispo de Buenos Aires.
Siguiendo con sus “razones” respecto de la importancia de Francisco en el escenario actual, el cardenal Fernández argumentó también que el Papa “es la voz más potente de los pobres y abandonados de esta tierra” y al mismo tiempo afirmó que “este mundo necesita un padre, alguien que refleje como él la paternidad de Dios”.
Al margen de las “razones” expuestas por el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, propios y extraños se preguntan acerca de las posibilidades reales de Francisco para continuar al frente de la Iglesia Católica o, por lo menos, al ritmo y con la intensidad que lo venía haciendo hasta antes de su cuarentena en el policlínico Gemelli debido a su afección pulmonar.
Lo primero que señalan las personas más cercanas al pontífice es que, hasta en los peores momentos de su enfermedad, el Papa se mantuvo conectado con la realidad del mundo y de la iglesia y tampoco descuidó sus tareas de gestión, aunque parte de ellas fueron derivadas al cardenal Secretario de Estado, el italiano Pietro Parolin, y al “sustituto” de la misma secretaría el arzobispo venezolano Edgar Robinson Peña Parra. Parolin y Peña son, en términos prácticos, el número dos y tres dentro de la estructura institucional de la Iglesia Católica a nivel mundial. Ambos fueron además de los pocos que visitaron a Bergoglio durante su internación en el Gemelli.
Con el permiso de sus médicos pero también a raíz de la insistencia de Francisco, el Papa pudo regresar a la habitación 201 de la residencia de Santa Marta donde vive desde su llegada al pontificado. Para que ello sea posible se tomaron precauciones que van desde la instalación de una cama articulada, pero también la provisión de equipos de oxigenación que se requieren por el momento para dar continuidad a la terapia de recuperación. El enfermero personal de Francisco, Massimiliano Strappetti, y el subdirector del Departamento de Sanidad e Higiene del Vaticano, Luca Carbone, están al frente de un grupo de atención permanente para satisfacer cualquier exigencia sanitaria. Se habla de que en Santa Marta se ha montado “un puesto de emergencia” para estar cerca del pontífice.
Por el momento el Papa no tiene agenda oficial, no atenderá audiencias en Santa Marta y el acceso a él estará limitado a sus colaboradores más inmediatos. Si bien es Francisco quien decidirá -en función de sus fuerzas y en diálogo con sus médicos- cómo será su labor en los próximos meses, lo cierto es que la agenda antes prevista le imponía al Papa muchas obligaciones, incluidas no solo en visitas y audiencias, sino en apariciones públicas vinculadas con la celebración del jubileo que se lleva adelante este año en Roma.
Bergoglio es una persona que le impone intensidad a su tarea, a tal punto que sus colaboradores señalan que, hasta el momento de su enfermedad, su jornada incluía aproximadamente quince actividades diarias, entre encuentros públicos y privados. De ninguna manera eso será posible, al menos por ahora.
Tampoco se conoce cuándo Francisco podrá retomar las audiencias en el Aula Pablo VI ni cuando podrá volver a mostrarse en la Plaza de San Pedro, ni siquiera desde el balcón de su biblioteca que da frente a la plaza.
Está claro que una aspiración del Papa es tener algún nivel de participación durante la conmemoración de la Semana Santa (9 al 20 de abril) pero ello estará determinado por la evolución de su salud. Tampoco se sabe si el 8 de abril, como estaba previsto, podrá recibir al rey Carlos III de Inglaterra, que también es la cabeza de la Iglesia Anglicana. Hasta ahora el Vaticano no hizo un anuncio oficial confirmando o descartando el encuentro.
Otras opiniones apuntan que, más allá de la voluntad de Bergoglio, se abre a partir de ahora una etapa diferente en el pontificado en la que Francisco deberá reducir su ritmo de trabajo y ajustarlo a la edad de 88 años y a su físico disminuido. Pese a ello en el círculo cercano existe la convicción de que -al menos por el momento- la posibilidad de una renuncia al pontificado no está ni siquiera en la consideración de Jorge Bergoglio.